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domingo, 25 de diciembre de 2011

Tears Run Dry / One Shot

Título: Tears Run Dry
Autora: Patatachona, Jeannelok
Personajes: Brian Joo, Nana (After School)
Género: Drama, romance
Rating: Todos los públicos
Comentarios: Para celebrar la navidad os traemos este fanfic, espero que os guste porque es de nuestro queridisisisisisisisisimo Brian aksdjelfe



Tears Run Dry


Brian salió del estudio de grabación aturdido, tantas preguntas dolorosas en un espacio corto de tiempo, tantos recuerdos algunos tan hermosos y otros en cambio...
El día estaba normal, ni muy soleado ni muy nublado...vaya, era mentira eso que decían que el tiempo siempre va acorde con los sentimientos de uno. Aunque obviamente...eso solo era imposible en un mundo interior...se llamó estúpido por divagaciones sin sentidos y vio conveniente ir a tomar algo a algún bar para despejarse.
No había muchos por esa calle, así que en la siguiente se metió sin
pensárselo en el primero que vio, aunque no le sonaba de haberlo visto nunca.
Cuando entro en aquella calle vio un pequeño local, parecía el decorado de una película y no concordaba del todo con el resto de edificios que lo rodeaban.
Mientras se acercaba a la puerta sin mucha decisión un fuerte aroma le hizo tomar la decisión de entrar.
Se quedó parado en la entrada, sorprendido por ese estilo sesentero u ochentero que presentaba el local. Se encogió de hombros porque en realidad tanto le daba a él cómo fuera y se sentó en la barra, esperando a que se le acercaran para pedir un café.
-¿Qué le pongo?-preguntó el camarero, un hombre corpulento pero con cara de buen tipo. Parecía ser que no le había reconocido y eso le gustó.
-Póngame una botella de soju- olfateó el aroma que salía de la cocina - ¿ Qué es lo que huele tan bien?
-Creo que mejor te lo sirvo y así sabes si solo su olor te gusta.-comentó divertido el camarero, metiéndose unos minutos dentro de la cocina y reapareciendo a los pocos minutos con un plato a rebosar de comida. Brian sintió la saliva prácticamente resbalándole por la boca, y recordó que no había comido el día anterior por culpa de los nervios. Se llevó el primer bocado a la boca y le costó tragarlo porque tenía un doloroso y profundo nudo en la boca del estómago. Sin embargo, cada trago entraba más suavemente que el anterior.
Cuando quiso darse cuenta el plato estaba totalmente vacío, se limpió con la servilleta repleto de comida y con una agradable sensación de calma, aquel peso había desaparecido casi del todo.
-Quisiera darle la enhorabuena al cocinero, estaba delicioso- dijo con una sonrisa en los labios.
-El cocinero está ocupado-dijo de repente una voz femenina, sorprendiéndolo. Volteó la cabeza para encontrarse con una chica alta y delgada, que le miraba con una sonrisa y las manos sobre la cadera-, pero yo le haré llegar tu mensaje.
-Jin Ah...-comenzó a decir el camarero, y ella resopló haciendo que unos cabellos del flequillo se le levantaran graciosamente.
-¡¿Pero por qué no aprendes a llamarme Nana como todo el mundo?!
Brian miró a aquella muchacha durante un rato sin darse cuenta de la cantidad de tiempo que lo hacía, al darse cuenta pestañeó y desvió la mirada hacia su plato vacío.
-Si tanto te ha gustado, ¿quieres otra ración?-ella parecía no haberse dado cuenta, y se acercó a él cogiendo el plato vacío.
-¡¡Jin Ah!! Qué te tengo dicho de...
-Está bien-le interrumpió Brian, sin mirarla. Por vergüenza o por miedo a ser reconocido...no estaba seguro.
-Peeerfecto, ¡marchando!-y cogiendo el plato como si fuera una bandeja, apoyando la otra mano en la cadera, la chica se fue a por más comida.
Cuando la chica volvió trajo consigo un plato desbordante de comida y se lo puso en frente.
-Espero que disfrutes de la comida y ten cuidado, si comes mucho puedes engordar demasiado.-dijo esbozando una sonrisa burlona y dejándole nuevamente atontado.
Sorprendido de sí mismo, Brian la cogió del brazo antes de que se fuera, poniéndose serio.
-¿No sabes quién soy o estás simplemente disimulando?-en Corea, era difícil que incluso los que no seguían a los ídolos, no reconocieran su rostro. Pero parecía que allí dentro nadie sabía quién era. Todo un alivio, pero...le hacía sospechar.
-¿Debería saberlo?
-Eh...no, es solo que...
-No sé qué te sucede, ni te conozco. Pero cuando has entrado no hacías buena cara, así que come bien y despacio...y ya verás como te sientes mejor.-dijo la chica, sonriendo dulcemente. Eso le descolocó, porque hasta el momento le había parecido de todo menos dulce.
-Gr...gracias...-dijo, soltándola despacio.
Brian se sorprendió a sí mismo unos minutos después hablando animadamente con el camarero, quien le contaba cuáles eran los menús. Pronto se le hizo más tarde de lo que se habría esperado en un principio, y tuvo que despedirse. Antes de salir por la puerta, sus ojos buscaron en el local a la muchacha que había conocido, encontrándola leyendo el periódico en una mesa del final.
Aquel periódico era bastante extraño, el papel era diferente al de los típicos diarios y las fotos eran en blanco y negro. No le dio mucha importancia porque al alzar la vista se encontró con la mirada de la chica que le sonreía.
Inclinó la cabeza tímidamente como despedida, y se prometió que volvería a ese lugar. Por la comida, se dijo.
Por la comida.
Pasaron varios días de duro trabajo, pero Brian no podía evitar pensar en aquel pequeño local con encanto que había conocido, se negaba a admitir que quería volver por verla a ella pero cuando pensaba en ella un leve cosquilleo tomaba secuestrado su estómago.
Finalmente tomó la decisión de pasarse por el lugar de nuevo al día siguiente, para comer con algún amigo. Así no parecería que su desesperación por acudir al lugar estuviera provocada por su ardiente deseo de encontrarse con una joven de lo más normal, que le ponía tan nervioso cuando ninguna otra mujer más madura y hecha lo había logrado.
Mientras caminaban en dirección a esa calleja solitaria que tanto quería volver a visitar, los nervios comenzaron a aflorar, irremediablemente intentaba arreglarse el pelo con los dedos nerviosamente.
Su amigo notó aquel nerviosismo y no pudo hacer otra cosa que preguntar.
-¿Algún bellezón en ese lugar?
-¿Eh, cómo...?-se echó a reír nervioso- ¿Pero qué tonterías estás diciendo? Es solo que...me he despeinado. Ya sabes que no me gusta ver un solo pelo fuera de lugar.-con una sonrisa de medio lado su amigo se encogió de hombros, aguantándose la risa.
Brian se preguntó si en aquel lugar se acordarían de él.
Las palabras de respuesta murieron en la garganta, ¿se habría equivocado de lugar? No, era el mismo cartel, pero...parecía muy, muy viejo e incluso había perdido el color, y los cristales... ¿cómo podrían haberse ensuciado tanto en tan poco tiempo? ¡Eran prácticamente negros! Y uno incluso estaba roto. ¿Qué significaba aquello? ¿Qué clase de broma pesada era?
Se acercó para mirar por aquella ventana desquebrajada y cual fue su sorpresa al reconocer la barra del restaurante, la madera estaba raída y el polvo cubría los estantes, no tenía sentido lo que veían sus ojos...
Su amigo le sacó del ensimismamiento en el que se encontraba en ese instante.
-¿Este es el sitio? seguro que te has equivocado de calle hyung- dijo asomándose para ojear el sitio- parece que esto está cerrado desde hace mucho tiempo.
-No, imposible...¡¡Jin Ah!! ¡¡Jin Ah!!-ah...a ella no le gustaba ese nombre- ¿Nana?-fue a meterse en el restaurante, pero el otro chico le cogió del brazo.
-No te metas, está hecho mierda, puede ser peligroso. Quizá hasta lo has soñado...
¿Cómo iba a haber soñado eso? Aunque...era la posibilidad más posible...
Intentó abrir la puerta del local, pero estaba tapiada... no podía ser el mismo sitio, si lo había soñado había sido demasiado real... había saboreado aquella deliciosa comida... y Nana... aquella chica tenía que ser real, se aferraba a su imagen recordando aquella sonrisa que le ofrecía... aquella ligera picardía... comenzaba a pensar que se había vuelto loco.
Sacudió la cabeza. No entendía nada y encima estaba quedando como un desquiciado frente a su amigo.
-¡Jaja, te estaba tomando el pelo! En realidad es que me he perdido...y me daba vergüenza reconocerlo- ¡menuda excusa más ridícula! Sin embargo, era la única que tenía en aquellos momentos-. Vamos a otro lugar, ¡yo invito!
Aunque intentó pensar lo menos posible en el tema mientras cenaba con su amigo, cuando se despidió de el en el metro no pudo evitar volver a su idea de que no lo podía haber soñado... tomó una decisión después de meditarlo durante un rato, quería volver para inspeccionar aquel lugar.
Cuando llegó a la zona, sintió aquel aroma que por primera vez le atrajo a aquel lugar, ¿se había equivocado de calle?
Miró alrededor, sorprendido. Imposible...era exactamente igual que donde había estado con su amigo unas horas antes, ¿qué clase de broma pesada era aquella? ¿Una cámara oculta? Totalmente enfadado, se introdujo en el lugar esperando encontrar una respuesta a aquello.
Cuando entró vio nuevamente a Nana, era ella, desde luego que lo era, su cabreo se esfumó en cuanto vio su alegre sonrisa, pero seguía sin entender que estaba ocurriendo en aquel lugar.
Se acercó a la mesa más cercana: totalmente limpia, y de color azul celeste. Suspiró profundamente, sin entender nada de lo que sucedía. Buscó de nuevo con la mirada a la chica, pero antes de que se diera cuenta ella se sentaba frente a él, dejando la bandeja a un lado.
-Buenas noches.-musitó. Brian quiso gritarle, confuso y furioso.
También quiso besarla.
-Buenas noches.-dijo, intentando lo más agrio y molesto posible, aunque se dio cuenta de que no había sido capaz de ser lo brusco que requería la situación.
-¿Tienes mucha hambre?-preguntó ella, mostrándole que no, su tono de voz no había sido lo suficientemente molesto. Chasqueó la lengua preguntándose qué había sucedido cuando fue con su amigo, pidiendo un gran plato con el cual llenar su estómago y olvidarse de aquella incomodidad. Servil, ella acudió a la cocina y reapareció cinco minutos más tarde con el pedido. Se sentó frente a él.
-¿Qué sucede?-la muchacha le dijo que nada, quedándose frente a él con los codos sobre la mesa y las manos sujetándole la cabeza.
-Antes vine y no estaba abierto... ha sido muy raro... ¿habéis cerrado por algo?- dijo intentando saber de la extraña situación que había vivido. En realidad era más que estar cerrado, había sido como si llevase abandonado tanto tiempo, como si...
-No-respondió tranquilamente la muchacha-. Hemos estado aquí desde primera hora de la mañana.
-Pues yo vine con mi amigo y estaba cerrado... bueno como te dije... más que cerrado, estaba todo como diferente...- se quedó pensativo, todo resultaba muy extraño, la respuesta de la muchacha le había dejado descolocado ¿abierto todo el día? pensó en no insistir en ese momento pero sintió la necesidad de investigar sobre aquel local tan extraño...
Mientras él comía la chica le miraba con los ojos muy abiertos, como esperando algo, el tragó la comida intentando ignorar la mirada vivaz de la chica.
Fue a preguntarle si sucedía algo, pero se quedó absorto por sus ojos rasgados, perfilados y agrandando sus pestañas con rimel. Era una chiquilla en comparación con él, sin embargo una muy bonita. El cabello rubio tintado le caía en graciosos bucles sobre los hombros, aunque lo llevaba recogido en una coleta. Antes no se había fijado en ellos, porque por lo general se quedaba demasiado eclipsado con la personalidad de la muchacha.
Simpática, divertida y guapa... ¿podría esperar algo de ella? En realidad sabía que ambos se sentían ciertamente atraídos pero había algo...algo que le molestaba en todo aquello y no sabía qué era.
-Estás rojo- dijo la muchacha riéndose coquetamente y haciendo que Brian sintiera como el calor le subía hasta las orejas. No solía ocurrirle, aunque era una persona extrovertida en general en ese momento sentía que no podía sentir más vergüenza delante de nadie en el mundo
-El guiso está muy caliente- intentó disimular y siguió comiendo intentando no mirarla a la cara para que se le pasara pero seguía sintiendo la mirada fija en su cara...- ¿por qué me miras?- dijo con la boca medio llena y ella comenzó a reírse ante la imagen de Brian con la boca llena.
-Porque estás muy mono.-alargó el brazo y le acarició la comisura de la boca, limpiándosela. Brian brincó ligeramente al contacto de la piel, dándose cuenta de que le gustaba y de que deseaba que ese efímero contacto se volviese eterno.
No sabía que responder a eso. Él, que siempre tenía una ingeniosa respuesta para todo, se había quedado en blanco gracias a una jovencita de bonitos dientes blancos. Le agarró la muñeca cuando ella ya retiraba inocentemente la mano.
-¿A qué juegas?
-A nada. Yo nunca juego...solo...actúo y soy. No tengo por qué jugar a nada con nadie, no tengo el derecho y...-dejó la frase en el aire, sin terminar-
¿Quieres más? Ya casi has terminado.
Brian suspiró ante la respuesta de ella y le soltó la mano, puede que huibiera sido un poco brusco, pero realmente no sabía por donde coger a la muchacha... se sentía perdido ante ella.
-No, no tengo más hambre- dijo algo cabizbajo
-¿Estás enfadado conmigo por algo? - dijo saliendo de detrás de la barra y acercándose a él, sentándose a su lado haciéndole sentir más nervioso aún.
-No, no estoy enfadado. Solo que...nada, estoy pasando unos días duros.-se pasó una mano por la frente con nerviosismo, intentando ocultar de esta manera que sus mejillas cada vez ardían con más fuerza. Notó la pequeña mano de ella sobre su hombro.
-No te preocupes, si lo afrontas con valentía y una sonrisa...estoy segura de que todo irá bien.
-No puedes saberlo.-dijo, mas no se volteó a verla.
-No, pero...tengo confianza en ti, y por eso sé que sea lo que sea podrás afrontarlo y salir victorioso. Mientras algo todavía se pueda manejar, nunca hay que rendirse demasiado pronto y perder la oportunidad de ser feliz.
No sabía como pero ella con un par de frases había calmado todo lo que en unos cuantos meses nadie podía hacer... sus inquietudes, los rumores, los malos tragos, todo eso ella podía borrarlo de su mente solo si ella lo creía así, se giró para mirar a la culpable de aquel bienestar repentino y de aquella sensación tan inquietante... ella le ofrecía en ese momento una mirada cálida y llena de cariño, como nadie se la había dado jamás.
-No se como lo haces... pero realmente sabes animarme. - dijo agachando la cabeza, apurado nuevamente por el contacto con la mirada de la chica.
¿Cómo podía lograr eso? No era un hombre de muchas mujeres, pero desde luego ningunas palabras femeninas habían logrado nunca reconfortarle de aquella manera ni conseguir que se sintiera como un niño de parvularios ante la niña a la cual estira del cabello para llamar su atención. Nana se limitó a quedarse en silencio a su lado durante unos minutos más, hasta que él se percató de lo tarde que era ya y tuvo que marcharse, dispuesto a averiguar qué era aquello que tanto le bloqueaba y extrañaba de aquel lugar.
Mientras salía de aquel restaurante solo podía pensar en dos cosas:
1-Lo extraño de su horario de apertura.... y…
2- La sonrisa de ella... su voz... y su olor...
Suspiró mientras se alejaba de aquel sitio misterioso que le había traído de pronto nuevas sensaciones.
Llegó agotado a su casa y se dejó caer sobre la cama. En realidad aquellos días que teóricamente debía tomarse como "descanso" después de todo lo sucedido para poner en orden sus ideas y sentimientos estaba haciendo de todo menos eso, porque un lugar donde simplemente había ido a comer se había convertido en un sitio donde su alma se sentía agitada por unos ojos avispados y una sonrisa cariñosa.
Al día siguiente iría de nuevo al local, y cada día lo haría, lo sabía. Hasta descubrir qué le resultaba tan misterioso y atrayente de allí...además de Nana, por supuesto.
Tal y como se había prometido, no faltó ni un solo día a su obligada visita al local. Saludó a los clientes, que por lo general siempre eran los mismos (leales, al parecer). Brian se obligaba a sí mismo a hacer mucho ejercicio en casa, porque la mayoría de alimentos que tomaba allí eran grasos y debía recordarse que aunque estuviera en descanso indefinido seguía siendo un ídolo con una imagen que mantener.
Aquel era el séptimo día que acudía al local, preguntándose si cerrarían en domingo y descubriendo que no, que se mantenía abierto también. Fue a empujar la puerta, pero la soltó enseguida porque durante un leve instante, repentinamente, un calor abrasador le había asaltado. Chasqueó la lengua, sorprendido pues no parecía haber nada inusual, y volvió a intentarlo, esta vez entrando sin problema alguno.
Al entrar ese mismo aroma que le atrajo el primer día le envolvió y entonces apareció ella con esa sonrisa que curaba todos los males que había en la tierra.
-Buenas noches - dijo con una sonrisa inevitable que como respuesta generó otra mucho más amplia.
-Buenas noches - dijo ella acercándose a la barra- ¿lo mismo de siempre?
or favor.-asintió él, sin apartar la vista de la muchacha mientras se metía a hacer el pedido. Reapareció al cabo de unos instantes y le sirvió el plato en la barra.
-¿Cómo has estado?-preguntó la muchacha mientras él comenzaba a devorar. Levantó la cabeza ligeramente y se encogió de hombros.
-Bien, ¿y tú?
-Como siempre...-duró un efímero instante y por eso creyó que era cosa de su propia imaginación, pero habría jurado que la sonrisa que esta vez dibujaron sus suaves y bonitos labios fue la más triste que nunca jamás había visto.
Siguió comiendo, pero por alguna razón la sonrisa triste de Nana le hizo perder parte del apetito, además por alguna razón a cada cucharada que daba el guiso le sabía extraño.
¿-Se ha quemado la comida?- dijo de forma calmada sin acusación en su tono.
-Ummm... perdón... ¿sabe muy mal?- dijo con cara de preocupación.
Negó con la cabeza, aunque estaba mintiendo porque en realidad estaba bastante quemado. Era la primera vez que sucedía algo así, por lo general estaba siempre todo muy bueno. La chica se separó de repente de él y se marchó a hacer tareas. Él intentó no molestarla con su acosadora mirada, sin embargo al cabo de cinco minutos la buscó desesperadamente. Algo sucedía. Y ella no iba a confiar en él para contárselo. Quería forzarla a decírselo, necesitaba saberlo y entonces ayudarle, pero a su vez sabía que no sería adecuado, por lo que se calló y terminó de comer. Finalmente, se levantó y se marchó, sintiendo un frío helado que le recorrió la espina dorsal y le señaló que algo estaba sucediendo, y desde luego no iba a gustarle.
Aquella noche el sueño le venció, después de unas cuantas noches de insomnio, y entonces tuvo un sueño, extrañamente real.
Se acercaba al restaurante que tanto le obsesionaba... y entonces cuando se acercó a la puerta... Nana le miró desde la puerta de cristal... ella lloraba y le gritaba algo, pero el no podía entenderlo... solo podía notar un fuerte calor que desprendía el local. Era angustioso verla allí encerrada, quiso romper la puerta, pero al tocar la puerta sintió el mismo calor que había sentido cuando no pudo entrar aquel mismo día... entonces se sobresaltó despertándose envuelto en sudor, se miró la mano y descubrió que no había nada... no se había quemado... pero había sido todo tan real... y tan doloroso.
Brian tenía cosas que hacer. Sobre el trabajo, los amigos, la familia...sin embargo, no podía concentrarse en nada. El sueño le había trastocado demasiado y solo tenía ganas de escaquearse y poder dirigirse al local para ver a Nana y preguntarle qué sucedía, si estaba bien...verla y tranquilizar a su mente, que se llenaba del recuerdo del calor de las llamas de su sueño.
Se despidió con varias inclinaciones de aquellos hombres trajeados que le proponían planes para su futuro, sin escucharlos realmente. En algún punto, todos sus sueños habían quedado aparcados por la ansiedad de su corazón.
Camino deprisa por la calle sin pensar si la gente le reconocería o no, su mente solo pensaba en llegar a su destino y sus pies parecían saber la dirección correcta, no dudó un instante. Y cuando quiso darse cuenta, estaba frente al local. Aunque no hubiera podido verlo sabría que estaba allí, el aroma que salía nuevamente de aquel local era delicioso, como siempre.
Se acercó a la puerta y dudó al posar sus manos sobre el pomo de la puerta... ¿se iba a quemar? Probó dudando pero finalmente abrió la puerta, estaba completamente frío. Brian respiró tranquilo y pasó al local.
Fue cruzar la puerta y encontrarse con Nana recibiéndole. Sonreía ampliamente y le saludaba alegremente, sin embargo aquella máscara no le podía ocultar a Brian que algo sucedía. En pocos días había aprendido a conocer cada gesto de ella, saber si mentía. Nunca había comprendido tan bien a una persona...hasta entonces.
-Allí tienes un sitio.-al ver que no se movía, la chica le agarró del brazo. B
Brian sintió una descarga eléctrica y se apartó bruscamente, lamentándolo al instante. Inclinó la cabeza y se sentó donde ella le había dicho.
Fue un instante, pero creyó ver que se tensaba ligeramente.
- ¿Qué va a pasar? ¡Solo tuviste un sueño!-se quiso marchar, pero él la agarró de la muñeca. Estaba caliente.
-¿Tienes fiebre?-avanzó el brazo preocupado hacia su frente, sin embargo ella le esquivó. Pudo ver las lágrimas reluciendo en sus ojos.
-Realmente...no quiero pasar por esto. Sé que es positivo pero...no quiero.-no podía entender qué estaba diciendo, sin embargo notó una mano aferrándose en su estómago y apretujándolo. Se mordió un labio y la guió hacia los baños, haciendo caso omiso de los demás clientes. Se metió en el de hombres. Comprobó que estaba vacío y atrancó la puerta.
-¿Qué está pasando, Nana?
-No pasa nada...- la voz era casi inexistente ya, un susurro tembloroso. Brian agarró el mentón de Nana y lo elevó para mirar su rostro, las lágrimas rodaban por sus mejillas una detrás de otra sin poder parar.
-Nana, necesito saber qué ocurre. Qué te ocurre. Soñé con este sitio envuelto en llamas... era horrible y parecía tan real... pero no lo era, sigues aquí- dijo respirando con profundidad- sigues aquí... pero sé que ocurre algo y no me lo quieres contar... ¿no puedes confiar en mí?
-¡Confío!-sollozó, sin poder evitarlo ya- Confío en ti...demasiado. Nunca antes se me había hecho tan difícil, ¿sabes? Pero tú...contigo es diferente, no quiero que...-intentó darle la espalda, sin embargo él la agarró de los hombros y la mantuvo mirándole- Brian...no quiero, no podré volver a verte nunca más.
-¿De qué estás hablando? ¿Por qué no íbamos a volver a vernos?-el corazón latía, latía con muchísima fuerza. La velocidad le partiría el pecho.
-Yo... aquel día...- resopló limpiándose las lágrimas de los ojos e intentando respirar con tranquilidad para poder hablar- Tu sueño era real... eso ocurrió, hace muchos años... Mi padre aquel día no se encontraba bien, pero se empeñó en no cerrar y perdió el conocimiento... todo comenzó en la cocina, el fuego lo destruyó todo, y a todos...
-Eso no tiene sentido, Nana- dijo nervioso, mirándola a los ojos buscando algún indicio de una broma pesada que él no sabía o no podía comprender- Tú estás aquí, te veo- la agarró de la cara con las dos manos- te puedo tocar ¿lo ves?
Ella se escapó de sus manos. Brian, a pesar de sus palabras, estaba alarmado por lo caliente que estaban sus mejillas.
-No sabemos si es una maldición o una bendición, pero nunca han podido construir nada donde estuvo nuestro restaurante, y a veces...pueden pasar años o meses, pero a veces viene gente, gente que sufre. A diferencia del resto, puede vernos y es como nuestra misión hacer que se sientan mejor. Pueden ser jóvenes estudiantes, ancianos...o tú. Simplemente, nos necesitan y...
-¡Nana! No puedo comprender...
-¿No te has dado cuenta? Siempre los mismos clientes, el mismo periódico, ¿no ves la diferencia que existe dentro y fuera del restaurante?
-No, realmente nunca me he fijado en nada que no fueras tú.-reconoció, armándose de valor.
-¡Estúpido!-las lágrimas volvieron a recorrer sus mejillas- ¡Estúpido!-repitió. Brian la cogió cuando se dio cuenta de que las piernas le fallaban e iba a caer- No me digas eso...o será todavía más duro.
Brian la sostenía con fuerza y la acercó a él para pegarla a su cuerpo, el calor que desprendía la muchacha le hizo por un instante sentirse mareado, como si se hubiera acercado demasiado a una hoguera.
-Nana ¿qué ocurrirá cuando se supone que deje de sufrir?- dijo con la voz ligeramente quebrada al tiempo que ella miraba hacia un lado, esquivar su cara era lo más fácil para no volver a romper a llorar.
-Desapareceremos para ti... - dijo con un hilo de voz.
-¡Eso no puede ser! ¡Me niego!- estaba realmente cabreado con aquella situación tan confusa y dolorosa, ella le estaba diciendo que iba a desaparecer, pero el podía verla, la tenía en frente, eso que ella decía era totalmente imposible- No puedes desaparecer de la faz de la tierra sin dejar rastro... eso no es posible.
-¡Sucederá, como siempre! Pero esta vez... ¿por qué? ¿Por qué tuviste que aparecer? ¡No quiero, no quiero!-le rodeó con los brazos que hasta entonces habían permanecido muertos a ambos lados de su cuerpo. Ahogó los sollozos contra su pecho- Pero ya está empezando...
-¿Qué quieres decir?
-Tienes que salir-de repente, apoyó las manos en su pecho, intentando alejarlo de sí, pero él no le dejó-, ¡Brian, es hora de que te marches! ¿Por qué has tenido que forzarme a decirlo? Intenté resistirme...era el momento, pero quise pedir más tiempo, y tú...maldita sea, ¿por qué me he tenido que enamorar de ti?
-¡Te dije que no pienso marcharme!- dijo ya casi gritando- No pienso alejarme de la única persona que me comprende, la única que quiero.- agarró el rostro de la muchacha con firmeza para que no se escapara y mientras la acorralaba contra la pared comenzó a besarla, notaba como la fiebre ardía en Nana, sus labios casi quemaban, pero no pensaba dejar de besarla, no ahora...
Nana se abandonó a aquel beso unos instantes, le respondió con gratitud, con necesidad. Fueron solo unos instantes, unos efímeros instantes porque enseguida se revolvió en sus brazos y comenzó a toser, ahogándose.
-Tienes que...-se calló, porque sabía que él no iba a entrar en razón. Sin dejar de toser, se acercó a la puerta y abrió el pestillo. Brian quiso agarrarla de nuevo, sin embargo algo ardiente cayó sobre su mano y le obligó a apartarla, sorprendido. Observó el techo: de repente, estaba en llamas.
Se volvió hacia la muchacha, pero ella ya escapaba al exterior. Las llamas habían comenzado a consumir el lugar, pero nadie se movía, nadie huía. Solo Nana corría hacia el exterior mientras los demás el observaban con tranquilidad. Brian corrió detrás de ella, mientras que la chica alcanzó la puerta de salida y la atravesó. Él lo hizo también, y ruidos de coches y personas que desaparecían cuando estaba dentro del restaurante pitaron en sus oídos. Se volvió hacia los lados conteniendo el aliento, sin embargo no la vio por ningún lado. Un mal presentimiento le hizo volverse.
-No...no...-gimió. Nana le observaba, como en el sueño, con los ojos rojos a causa de las lágrimas. Te
Tenía el brazo estirado y la mano sobre el cristal. Él alargó la suya y la pegó, sintiendo que ardía. No iba a probar abrir la puerta. Sabía, muy dentro de sí, que no serviría para nada.
Mientras miraba las llamas consumiendo aquel sitio que tanto había ansiado visitar durante el transcurso de los días sintió cómo un vacío se le abría en la boca del estómago, una parte de él quería apartar la mirada de las llamas, de ella que lloraba al otro lado del cristal, él solo quería abrazarla. ¿Por qué tenía que desaparecer? Sintió cómo sus piernas temblaban y finalmente le cedieron... cayó de rodillas de golpe, no sintió dolor alguno, al menos físico, el dolor que le removía por dentro era mucho mayor.
Golpear el suelo hasta que las manos se les deshicieran en sangre...correr hacia la puerta e intentar abrirla hasta arder en las llamas también... todo iba a ser inútil. No iban a devolverle a Nana, por mucho que él se empeñara.
Ella ya no iba a existir más que dentro de sí mismo, y de las almas que la necesitaran de nuevo.
-Pero ahora...-le dijo a la imagen que desaparecida, mientras la gente le observaba con curiosidad- Ahora...me siento más desesperado y roto que nunca.
Pasaron los años, el dolor había mermado, pero el recuerdo de aquello le acompañaba durante cada paso que daba en su vida, había aprendido a aceptarlo... ella desapareció aquel día y durante todos esos años supo que jamás volvería a verla, a tocarla... a besarla.
Algunas noches aún despertaba envuelto en sudor recordando las llamas y cómo ella le observaba desde dentro del local. De hecho en algunas ocasiones mezclaba el sueño que tuvo antes de descubrir la verdad y lo que ocurrió justo después...
Lágrimas, fuego, incluso el aroma de ciertos estofados le hacían recordarla...
Pero había tenido que dejar aquellos dolorosos recuerdos en una caja escondida en algún lugar de sí mismo, porque la vida debía continuar. La razón por la cual la había conocido era dejar de sufrir, y no podía permitirse el fallarle. Al menos, que la existencia de Nana y los demás en su vida hubiera servido para algo.
Aquella tarde acudió a una entrevista en la radio para hablar sobre su nuevo disco, Manifold. Las preguntas fueron las típicas, las contestó sin demasiados problemas. Ponían las peticiones de los oyentes, hasta que uno pidió la canción que para él, resultaba ser la más especial de todo el disco.
Sonaron los primeros acordes, mientras dejaba que los recuerdos fluyeran en él.
Sin querer unas pocas lágrimas rodaron por su mejilla y aunque intentó disimular el locutor le miró algo extrañado.
Comenzó a hablar, aunque no le hubieran preguntado todavía nada. Debía decirlo, no guardarlo en su mente. Quizá llegaba a ella...quizá, por casualidad, en el mundo de después de la muerte donde ella vivía sintonizaban ese canal de radio y podía escucharle.
-Esta canción que estáis escuchando...esta canción se la dedico a ella. A la mujer que logró hacerme feliz de nuevo, y sin embargo tuvo que alejarse...y alejarme de su lado. Porque espero que algún día sus lágrimas se sequen. Nana, estés donde estés...sé feliz, por favor. Como me hiciste serlo a mí.
 
Las lágrimas se secan
Atrapado en un momento que no voy a dejar ir
Tratando de encontrar la salida
Cuando moverse es un callejón sin salida
Puede ser que también voltee de nuevo
Y estoy en la oscuridad
Estoy totalmente entumecido
Como una sombra que se convirte en piedra
Tratando de entender
¿Cómo dos se convierten en
Uno después de tanto tiempo?
Estoy roto, abierto
Destrozaste todo lo que teníamos
Y he terminado con la esperanza
Que de alguna manera voy a poner las piezas
Hacia atrás, lloro un océano
Ahora no queda nada en el interior
Estoy aquí sin saber
¿A dónde vas cuando las lágrimas se secan?
Cierro los ojos y respiro en ti
Es siempre y nunca lo mismo
¿Cómo terminamos siendo extraños de nuevo,
Cuando todavía estoy soñando tu nombre?
Y te estoy llamando
¿Me escuchas?
No sé a dónde pertenezco
Ahora está tan claro
¿Por qué te deseo aquí
cuando sé que te has ido?
Estoy roto, abierto
Destrozaste todo lo que teníamos
Y he terminado con la esperanza
Que de alguna manera voy a poner las piezas
Hacia atrás, lloro un océano
Ahora no queda nada en el interior
Estoy aquí sin saber
¿A dónde vas cuando las lágrimas se secan?
Tal vez debería correr
Tal vez debería desaparecer
Tal vez debería encontrar un lugar
Donde nadie sepa que estoy
Cualquier sitio menos aquí
Estoy roto, abierto
Destrozaste todo lo que teníamos
Y he terminado con la esperanza
Que de alguna manera voy a poner las piezas
Hacia atrás, lloro un océano
Ahora no queda nada en el interior
Estoy aquí sin saber
¿A dónde vas cuando las lágrimas se secan?
 
 


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